lunes, 28 de diciembre de 2009

Encuentro del 11-09-09 - Ybañes / Araujo / Bossi

CANOAS

inicio de la primavera

la madera es tierna


la sabia corre pareja
se enciende en verde claro
toma lecha blanca de los cocos


(y su mirada se decora
con collares y jarrones)


cuando sopla la brisa
la madera es joven
los ritos marcan la piel del árbol
y su corteza se abre a las lluvias cortadas


la madera sujeta y la savia escapa
cuando la última brisa del mes
se despide se abraza a la pradera


las canoas no tienen nombre
se suelta la poca altura de todo lo verde hacia la cara del río


fin de la primavera

el río no tiene tiempo
todas las preguntas caen
los collares de flores y Clarice


se van


la extensión fluye sobre las heridas
en cuatro noches
el barro cura y deja cicatrices
(luego el barro se añora)


las flores y la mujer en un rostro de agua
toman los olores de los peces desorientados


Roxana Ybañes

Nació en Buenos Aires, en 1970. En 2007 publicó su primer poemario Río Blanco, Editorial Huesos de Jibia.


***

Mañanas campestres

oh tan hippies
tan bolsónicos
uritroskos

todos fumamos todo en la era ka

manu chao ministro del viaje interior
pity álvarez a economía
bob bielsa a parís

un turista gay en san telmo se toma una quilmes bock
la juzga buena como la münich
borracho leyendo un libro de cucurto
le parece poesía de la grande
y pregunta si toca en una banda pop

adónde está el rock dijo Norberto
en el ano de tu hermana hermosa
contestó un incapaz

todo tan verde
mañana Greenpeace
pergolini empetrolado
peinando las canas del verano perdido

lo dijo houellebecq
toda esta farsa es un poema gringo
un best seller alla savater
abrazado a bonafini
u2 en una danza de pañuelos

somos re marley
llorando en la carpa
dispárenle a patti
hágase a la izquierda liberal
su voluntad

dios es anarquista
y peor para ál
o para benedicto
fusilado en un cielo de forros

¿quién abrirá Woodstock
Ahora que Méndez se fue?

las bolas llenas de mega
en la playa la sierra los ríos

sáquenme de aquí sáquenme de aquí
sáquenme

un pitufo macoño se bebió la noche

somos tan hippies
fumando fotocopias
marlboro
lo jijo amedo lo dijo symns
el kolla trae venganza
por la sangre del mezcal

¿no ves que blanco soy
no ves?

va a estallar tu criolla
esplendente
sui generis con bombas en el luna park


puerto pollenza

como dos gaviotas
arrojadas
sobre este llano
se abrazan en el pasto de la noche
lejos del foco de la plaza mayor
y la confitería
acá en la ruta orillada
a espaldas del silo
a minutos del sol
abrazadas como gaviotas
blancas de luna en la playa pampa
donde nadie las ve
o solo yo que es lo mismo
solo con mi anteojo
mirándola desde hace horas
separarse del mundo como semillas
como dos alas

saben que las miro
y no les importa:

las veo vestirse en el primer rayo
desenlazar los dedos
el hueso de la lengua
y volcarse a esa ola
plana de sal y pasto
afuera de la ruta
volviendo a la ciudad


Martín Araujo

Nació en Buenos Aires en 1978. Participó de antologías y trabajo grupales como ensayista, narrador y poeta. Coeditó la revista de literatura La piel. En 2008 publicó su primer poemario Cantata, de Ediciones Macedonia. Actualmente reside en Córdoba.


***

Como ese árbol

que agita su fronda
cuando un pájaro se le acerca
y gira (más que alado, tornasolado)
alrededor suyo, sin atreverse
a posar una sola de sus patas,
como si fuera un río congelado
y no un árbol
que la naturaleza ha puesto
delante de sí, o fuera a derrumbarse:
como si un pájaro
pudiera hacer que un árbol se derrumbe
o el árbol no quisiera, en el fondo
perder por un segundo su estabilidad,
como si no se oyera un silbido
entre las hojas, un largo llamado
de apareamiento, y el pájaro
que se conoce, pensara una vez más
que es su propio deseo de amor
girando entre las hojas,
como si el árbol
viviera en una jaula autosuficiente
y tronco y trino
no provinieran de una misma raíz,
como si un pájaro
pudiera ser un pájaro de verdad,
lejos de su árbol, y a la inversa...


Aviso a los navegantes

No pondré un cerrojo en mi puerta,
pero habrá una puerta.

No comeré del mismo plato.

No saldré a caminar de noche
por más devastadora y hermosa que sea
la noche de junio al lado tuyo
cuando en mi corazón aún sea de día
y una pequeña llama
arda en la íntima cocina: apacible.

No caminaré sobre el agua
No buscaré desconsolado, a cualquier hora
un parque de diversiones.

Cuando la primera insidia llegue
o el deseo surja como un abejorro punzante
no los cubriré.

Como no hay salvación posible
ni castigo compensatorio
no voy a pedirte que me escuches ni me deslumbres
con el chasquido de tu látigo

Que seas justo o bello, o que no lo seas
correrá por tu cuenta.
A cada cual su alvéolo, su santuario y su ración de escoria.

Que en nombre del amor no te calme
ni me perdone ni te justifique.
Que llegada la hora del descanso, descanse
No me ataree en la secreta construcción de un puente
pavoroso o magnífico.

Ningún efecto, ninguna causa
será completamente tuya ni de nadie: no serás responsable.
A cada cual su monstruo ¿no es suficiente?

No me llames por teléfono para que lo vigile
por favor esta noche, cambie su agua o le dé de comer.
No soy una excepción, y voy hacia lo mismo
como todo el mundo.

No te olvides de mí, pero sobre todo no te acuerdes
únicamente cuando las cosas andan mal.
Mi sabiduría no es tan sabia ni tan tonta:
empieza con mi corazón y por él se termina.

Llegado el momento, no pagues mi excarcelación.
Sea o no inocente, no me impidas
la retórica del mal. (No es tan difícil.)

El mundo, es cierto, y las cosas que hay en el cielo
se han modificado con tu presencia,
pero no me quieras engañar. No me digas:
La soledad, a partir de ahora, ya no será una preocupación.
Aunque pueda, yo no quiero perder
ese vértigo, el fondo sobre el cual bulle una copa
a veces sumamente amarga y a veces... dulce.

Que yo no diga
--y si lo digo no me escuches: No soy nadie sin ti.
Y si soy nadie fatalmente, que yo comprenda
que sólo ha sido por mí mismo.


Osvaldo Bossi



Nació en la provincia de Buenos Aires en 1963. Entre los libros de poemas que publicó se encuentran: Tres (Bajo la luna, 1997), Fiel a una sombra (Siesta, 2001), El muchacho de los helados y otros poemas (Bajo la luna, 2006) y Ruego por el tornado (Sigamos enamoradas, 2006).

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