lunes, 28 de diciembre de 2009

Encuentro del 9-10-2009 - Espeja / Aldazábal / Sylvester

Pero si te vas compro un
cuchillo de campo. Hago ruido
con tacos y con monedas. Las doy
y me llevo alguna cosa.
Después veo si la uso.
Hay como una lluvia
de julio. Después veo si la pierdo.


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Cuando te digo, silencio,
me das algas con tomates
en un vaso blanco y me pedís que las ame.
El mendigo -¿lo ves?- sigue parado ahí afuera
Sus rejas -lo sabe- están podridas -como las hamacas
El amor es helado
En la plaza murió un chiquito ni brotan las algas.


Dolores Espeja






Nació en San Miguel de Tucumán, Argentina, en 1972.
Egresada de la Universidad del Cine (Buenos Aires), se desempeña como guionista en cine, teatro y televisión.
Vivió unos años en Barcelona, España, y en Milán, Italia, donde realizó estudios de perfeccionamiento en cinematografía. Allí se dedicó exhaustivamente a la difusión de la cultura argentina y del diálogo transoceánico, a través de sus espectáculos vinculados a la poética del tango (Tanguera-el musical argentino, Acorralada, Tanghi Chiacchieroni, In bocca al tango, entre otros).
Algunos de sus poemas formaron parte de la antología La niña bonita (Ed. Alción, 2000), iniciativa de la Fundación Antorchas, en el marco de una beca de formación coordinada por los poetas Diana Bellessi, Teresa Arijón y Arturo Carrera.
Participó de la antología Poesía Joven del Noroeste Argentino, de Santiago Sylvester (Editada por el Fondo Nacional de las Artes, 2008).
Integró también la antología Poéticas al encuentro – Poesía Argentina y Libanesa Contemporánea (Ed. Tantalia, 2008).
Paradas estratégicas, chicas y gomerías es su primer libro de poemas en proceso de edición (Editorial I-Rojo, 2009, edición bilingüe castellano-italiano).

Actualmente coordina el ciclo Intervenciones críticas, en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini



***
Libro.

Este autor prefiere las corolas
y escribe poemas sin espinas.

Yo no digo corolas.
No hay semillas
que broten desde el mármol
ni girasoles decorando las lápidas.
Pasto seco, nomás, pasto y más pasto,
caminatas y lluvias para no entristecerme
por la corola insulsa.

Ayer me enamoré de una estudiante
vendedora de libros.
Leímos unos versos de Lihn sobre la muerte
y ella los comprendió,
a pesar del bolsillo sin monedas.

Después se apareció el odio bravo,
el odio corralón, el que junta las culpas,
las vende, las reparte,
el que no cuenta por qué llega de pronto:
el odio reservado.

Y al frente yo, con la estudiante
leyéndome poemas de su autor favorito.

Entonces recordé que en la camisa
me quedaba un billete
y dije “envuélvalo”, y tuve un libro,
y ese libro hablaba de corolas.
(de El caserío, el suri porfiado 2007)





Réquiem


Como esos ejes:
así daba vueltas el trompo de la infancia,
así se divertía el trompo bailador
mareándome el sentido de las cosas.

Una rueda se adentra en el camino
seguida por la otra
que le pisa la huella distraída
y se enrolla en sí misma
como un perro brillante.

Así mi bicicleta va rodando,
así me lleva
ahora que el rumbo no ha querido seguirme.

Pasamos por un bosque.

La bicicleta llora con su aceite oxidado
(que me extraña me dice)
y yo acompaño con el pie su lamento.

Así vamos llegando.

Los dos por las cornisas
del viejo purgatorio,
tramo final donde la piedra
presagia la caída.


Orquesta del destino.

Hacen un dúo la sangre y el aceite.
(de El caserío, el suri porfiado 2007)


Carlos Aldazábal






Nació en Salta en 1974. Como poeta publicó La soberbia del monje (1996), Por qué queremos ser Quevedo (1999), Nadie enduela su voz como plegaria (2003), El caserío (2007) y la antología Heredarás la tierra (2007).
Junto a otros poetas de su generación es responsable del proyecto editorial el suri porfiado (www.elsuriporfiado.blogspot.com) y de la revista de poesía La costurerita. Es coordinador del Espacio Literario Juan L. Ortiz del Centro Cultural de la Cooperación de la Ciudad de Buenos Aires.


***
La rótula


De una rótula conozco, sobre todo, la palabra rótula.
No sé qué sabe la rótula de mí, tal vez que hablo solo y
duermo de a pedazos,
pero ocurre que nos necesitamos, nos debemos favores, y
eso cuenta al hacer el inventario.

Ella es un énfasis entre vocales graves,
yo un peso arbitrario, propenso a caminar sin rumbo.
Ella viene del latín, de boca en boca,
yo vengo de Salta, de tropiezo en tropiezo.
Ella se incrusta como un acorde haciendo fuerza,
yo digo mi opinión: enfermedad sagrada que agradezco a
Heráclito.

Y aquí estamos los dos, sin saber el uno
casi nada del otro, pero ambos
capeando el temporal cuando lo premonitorio
habla de una dura década
que ya habrá comenzado,
y el dato de ese cálculo soy yo:
pieza llena de mañas
que ha llegado hasta aquí
gracias a la complicidad de lo que ignora.



(Escenarios)



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El tiempo cobra peaje a todo lo que ha nacido para durar.
Peaje a la belleza, al porvenir, al odio;
peaje a ese montón de pelo atado en la nuca de la mujer,
a la mirada del hombre,
a las palabras que se dicen, al sentido:
peaje aún sin saberlo,
como existen caminos aunque no vamos a ninguna
parte.

Ellos se han sentado allí, mesa de por medio, con la
intención de eternidad que aturde a todo lo transitorio:
solos y a la vez acompañados,
en estado de mudanza;
condenados a buscar cómo se sale de la contradicción.

El tiempo cobrando peaje es infalible;
y yo mismo, a mi pesar, sin ser el tiempo cobro peaje:
no soy el tiempo, pero soy el que mira.



(Café Bretaña)


Santiago Sylvester



Nació en Salta en 1942, residió casi veinte años en Madrid y hoy vive en Buenos Aires. Dirige la colección Pez Náufrago, de Ediciones del Dock.
Ha recibido, entre otros, el premio del Fondo Nacional de las Artes, el Premio Nacional de Poesía, el Gran Premio Internacional Jorge Luis Borges y, recientemente, el Municipal de la Ciudad de Buenos Aires. En España, el premio Ignacio Aldecoa, de cuentos, y el Jaime Gil de Biedma, de poesía.
Entre sus libros de poesía se puede mencionar
Escenarios, Perro de laboratorio, Café Bretaña, El punto más lejano, Calles, y El reloj biológico.
Publicó un libro de cuentos, La prima carnal; y un libro de ensayos, Oficio de lector.
Realizó una edición crítica de La tierra natal y Lo íntimo, de Juana Manuela Gorriti; publicó El gozante, antología de Manuel J. Castilla; y las antologías Poesía del Noroeste Argentino. Siglo XX y Poesía Joven del Noroeste Argentino, ambas publicadas por el Fondo Nacional de las Artes.

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